lunes, 27 de junio de 2016

Para mi querido Sacha, en su salida de preescolar



(Junio, 2014)

Mi bebé, te escribo esto hoy que terminas un ciclo, un pequeño ciclo dentro de los muchos que vivirás en toda tu vida: hoy sales de preescolar. No mi amor, no te gradúas de nada, sólo terminas un ciclo escolar, y pasas al siguiente. Para ti este momento ha sido de juegos y risas, transitas por él con la inconsciencia que te regala el tener sólo 5 años y todo el mundo por delante.
Sin embargo, para mi tiene una trascendencia mayúscula, porque se acaba ese hermoso periodo de la vida en la que realmente eras mi bebé, en el que yo era la mamá más hermosa del mundo y tu papá el más grande y fuerte de todos. Si bien en los siguientes años todavía seguirás sintiendo que tus padres son los más fantásticos, pronto comenzarás a vernos como lo que realmente somos, un par de seres humanos que se equivocan más de lo que aciertan. Pero eso no tiene la menor importancia, está bien que llegue el día en que dejes de idealizarnos, en que nos ames así, como somos, así como nosotros te amamos con tus defectos y tus virtudes y tus fracasos y tus logros.
Ayer fuiste a tu primer campamento y pasaste tu primera noche sin mamá, ni papá, ni ninguna abuelita o tía o familia que estuviera a tu lado. Estuviste con tus amigos y maestras y regresaste muy orgulloso porque no tuviste miedo. Lo curioso es que yo tampoco lo tuve, te extrañé es cierto, pero dormí como bendita, disfrute de estar de nuevo sola con tu padre, aunque fuera por una sola noche y no tuve la menor necesidad de estar al pendiente de ti. ¿Sabes por qué? Porque confío en ti. Sí Sacha, a tus pequeños 5 años, creo que eres un niño que sabe tomar decisiones acordes a tu edad, que sabe divertirse, que sabe ser feliz. Me di cuenta que justo a eso fuiste a tu campamento y que si yo me mantenía así, tranquila y feliz, tú ibas a estar igual. Observé, más que nunca, que ustedes son el reflejo de nosotros, y que si nosotros vivimos enojados, preocupados, tristes o angustiados, así vivirán ustedes también. ¿Y sabes hijo? No quiero esa vida para ti. Yo quiero que siempre seas libre de mí.
Ese es mi regalo por tu salida del kínder:
Te regalo la libertad de mis miedos.
La libertad de mis prejuicios.
La libertad de mis traumas.
La libertad de mi pasado.
Te regalo la libertad de mis expectativas.
La libertad de mis sueños.
La libertad de mis patrones de conducta.
¡Sé libre hijo mío!
Libre para ser tú mismo.
Libre para equivocarte.
Libre para reír.
Libre para amar.
Libre para soñar.
Libre para vivir.

Hoy te prometo que siempre serás libre de mí, aunque siempre esté a tu lado por si me necesitas. Pero quiero que sepas hijo, que no espero nada de ti, no espero que triunfes donde yo fracasé; no espero que vivas lo que no viví; no espero que hagas lo que no hice.
Es tu vida mi amor. Tu pequeñita vida que será para siempre libre. Pero no confundas, seguirá habiendo reglas en la casa y reglas en la escuela. Te seguiré enseñando a distinguir lo bueno de lo malo. Aún te estaré ayudando a formarte y a decidir. Pero no te arruinaré tus momentos felices con mis inquietudes, ni tus sueños con mis miedos.
Sigue tu camino de formación con la tranquilidad de saber que no tienes que llenar ningún molde, ni realizar ninguna proeza, ni alcanzar nada que no salga directo de tu corazón. Tú crearás tu destino. Así que a vivir mi pequeño niño grande, que tu mamá te promete dejarte hacerlo justo a la medida de tus sueños.

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