miércoles, 22 de junio de 2016

Inspiración

(Tomado de la libreta... 21 de junio de 2010)



No hay un esquema del buen padre, una receta, un molde que se pueda llenar y listo. Ser padre tiene sus propias complejidades.
En ocasiones, como madres los relegamos y olvidamos lo importante de su participación en la vida de nuestros hijos; mi pequeño me lo recuerda constantemente –Necesito a mi papá– es su frase favorita. Necesito es un algo apremiante, indiscutible, concreto… no es un deseo, no es un quiero, es un necesito contundente que mi pequeño esboza con una sonrisa cuando se enfrenta a algún problema en el que yo no lo puedo ayudar. Y es curioso cómo delimita claramente cuáles inconvenientes son de mamá y cuáles son de papá.  Y su papá está ahí, aunque lejos por su trabajo, pero allí, presente, siempre. Cuando Sacha se enfrenta a un problema de papá y él no está, pone su dedito en la barbilla y me dice –¿Qué hace papá?– Es su forma de preguntarse qué haría Miguel en esa situación. Y es tan parecido a su padre que tiende a tomar decisiones muy similares.
Y cuando su papá llega del trabajo -a veces después de una semana, a veces después de 15 días-, su carita se ilumina con una gran sonrisa –Llegó mi papá, mi papá, mi papá– dice a gritos entre risas y corre a abrazarlo. Y me hace sonreír también al darme cuenta lo feliz que es en ese momento.
Sé que Miguel a veces se pregunta si es un buen padre, si pasa el suficiente tiempo con su hijo; siempre ocupado trabajando, siempre viajando, siempre fuera, pobrecillo… cuando lo veo así, cavilando su rol de padre, le digo que no se preocupe, que lo hace excelente, que es un gran padre. Sé que no me cree, pero no importa porque es verdad. Me lo dice la felicidad de mi hijo cuando lo ve llegar, me lo dice el orgullo de Sacha cuando logra algo que hará feliz a su padre, me lo dice el “Necesito a mi papá” no como la súplica del que está ausente, sino como la seguridad de que su padre es quien tiene todas las respuestas. 
Para Sacha, Migue es el roble que lo sostiene, es su escudo, es la lanza que le abre el mundo para que pueda transitarlo. Migue no se da cuenta de la inspiración que es para su hijo; sé también que a veces se frustra porque no puede darle todo lo que quisiera; pero yo creo que le da cosas más importantes que lo material, le da tiempo, lo escucha, ríe con él, juega con él, le da libertad para expresarse, lo regaña, lo disciplina, lo ama, lo cuida, lo abraza, lo besa, lo entiende, es su cómplice, su amigo, su guía, pero sobre todo su padre.
Su relación es pequeñita porque apenas tiene dos años; pero durante ese corto tiempo Miguel ha sabido convertirse en un mundo para Sacha, en una inspiración y en un anhelo.
Todavía no sé lo que debe ser un buen padre; pero sin duda, sé que Sacha no puedo tener otro mejor.

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